"Un hombre vale lo que valen sus relaciones, y las relaciones de propiedad son las menos importantes."
Las escuelas actuales, son escuelas demasiado artificiales; demasiado forzadas. Las relaciones personales no están a la orden del día precisamente, en las escuelas actuales; pasan inadvertidas para los profesores; con la eficacia desmesurada que intentamos que se aplique a la cotidianeidad del saber y del saber vivir, transformando de esta forma las relaciones con el resto de participantes en el sistema educativo. Por otro lado tenemos a los padres que delegan toda la responsabilidad a los profesores, esperando que estos hagan de sus hijos unos hombres y unas mujeres de provecho, y se encuentran con que la realidad es muy llana muy estéril. Por último nos encontramos con los verdaderos damnificados de los sistemas escolares, en mi opinión, de forma incosciente se abusa de la inocencia de estos alumnos que sin saber porqué ni para qué asisten periódicamente a un lugar que no le reporta ningún beneficio aparente ni instantáneo.
Tradicionalmente la función de la educación ha sido transmitir la cultura de una sociedad a las nuevas generaciones. Ha sido siempre un medio para conservar las soluciones aceptadas. Pero ahora parece que la cultura que los adultos hemos creado no es apropiada para los niños, desnaturaliza la infancia. Por eso, los padres y los docentes nos sentimos inermes. La causa no es que lo estemos haciendo mal, sino que la cultura que deberíamos transmitir a nuestros hijos es perturbadora. En un cierto sentido, nunca han estado más protegidos los niños que como lo están en un país desarrollado. ¿De dónde viene entonces esa sensación de que están en peligro? No de los padres, ni de la escuela, sino de la cultura que nos envuelve a todos, y que es inhóspita también para todos.
Tal vez tendríamos que cambiar la dirección de este dinamismo, y en vez de hacer de la educación la transmisora de la cultura existente, necesitemos crear una cultura para la educación, un modo de vida que se pueda enseñar. Algo así como diseñar un mundo en el que nos gustaría que los niños pudieran vivir.
Creo que la base en la que nos tenemos que basar es muy simple AMOR, afecto, cariño, como cada uno lo quiera llamar. No podemos pretender la sobreprotección de nuestros niños, porque les pasaría lo del jilgero; pero tampoco podemos pretender la explotación intelectual, cognitiva y mecanicista, cual robots de películas alentando una educación carente de los valores mínimos y de los afectos mínimos.
Es la hora de crear en la escuela la cultura de la escuela, es la hora de crear la escuela de valores, es muy sencillo, menos distancia entre nosotros; menos riñas y más diálogo; menos diferenciación y más espectación; menos individualismos y más compañerismo.
En definitiva y a modo de resumen, por tanto para concluir....etc....AMOR.
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