Vale la pena que nos pongamos a estudiar las leyes que nos gobiernan y que muy poco conocemos de ellas, este es el caso de la Ley de la Entropía. Pareciera que se tratara de estudiar Física y que esta ley nada tiene que ver con nuestra manera de ser y actuar, más no es así. Esta ley de la entropía rige nuestra conducta también.
Bien conocido es por los estudiantes, que esta Ley actúa por ejemplo, en dos recipientes con agua, si los colocamos juntos, uno con agua caliente y el otro con agua fría, la entropía se precipita en ellos y la temperatura se iguala en los dos recipientes.
Muy similarmente, las relaciones que tenemos con los demás, hace que en la manera de ser, nos igualemos, si “fulanito de tal” es muy nervioso y nosotros convivimos muy a menudo con el, la entropía se precipita y terminamos nerviosos también; si este es corajudo y “truena y relampaguea” constantemente y lo frecuentamos mucho, terminamos –sin darnos cuenta–, “tronando” y “relampagueando” de igual forma.
De esta manera todo el mundo estamos tomando costumbres negativas como el alcoholismo, la drogadicción, el robo, le maledicencia, etc. etc.
Si en una biblioteca –por ejemplo– no existiera un principio ordenador (que en este caso es el bibliotecario) la entropía actuaría en ella y poco a poco, libro tras libro, entraría en desorden, hasta que no se pudiera encontrar absolutamente nada. Basta que le echemos una ojeada a nuestra recamara o veamos la de alguien cercano a nosotros, (y si en algún tiempo no hay orden) como para ver cómo actúa la entropía desordenándolo todo.
Esto nos invita a pensar que debe existir dentro de nosotros un principio ordenador que nos ayude a vencer esta ley y no actuar cada vez más en forma desagradable, en forma inarmónica, que afecta la relación con nuestra pareja, con nuestros hermanos, con nuestros hijos.
Ese principio ordenador surge en nosotros cuando estamos dispuestos a establecer en sí mismos “El Sacrificio”, es obvio que nos estamos refiriendo enfáticamente, a sacrificar nuestras propias pasiones animales, nuestros deseos insanos, nuestras emociones negativas, etc.
Algo que nos pone a pensar con relación a esto, es el Dios Mitra de la mitología antigua; se le ve esculpido en varias iglesias sacrificando un toro, la sangre que emana cae en tierra y de ella brotan flores. El toro representa los elementos inhumanos que debemos sacrificar (orgullo, soberbia, ira, miedo, pereza, envidia, etc.) y al sacrificarlos vienen por si solas las virtudes del alma (flores). Esta misma idea nos la dan los sabios aztecas y mayas cuando hablan de los sacrificios, que lejos de tratarse de sacrificar prisioneros como normalmente pensamos, se aludía normalmente al sacrificio de las pasiones humanas, es decir el Auto Sacrificio.
Normalmente nosotros estamos dispuestos a sacrificar un bien cuando se trata de nuestros hijos, pero muy rara vez, estamos dispuestos a sacrificar nuestros dolores, nuestros sufrimientos, parece mentira, pero estamos aferrados a estos. Para “prueba basta un botón”, nos dice la filosofía popular, véase que a cada rato estamos contando a nuestros semejantes, “cómo hemos sufrido”, “los trabajos que nos costo ser lo que somos”, etc. estos demuestra que al relatar esto, no sentimos más importantes, más exóticos, más experimentados. Lamentablemente todo esto hace que desgastemos cantidades enormes de energía psíquica y emocional.
Si realmente buscamos ser felices en la vida y encontrar un equilibrio interior, busquemos una lucha, no contra los demás, sino contra si mismos, contra nuestros defectos, y así seguro la encontraremos.
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